Desde el pasado mes de agosto, se han sucedido las informaciones que aseguran que Barack Obama, ahora presidente saliente de Estados Unidos, había ordenado a la nación hacer acopio de alimentos y agua ante la inminente llegada de una tormenta solar catastrófica.
Algunas de esas informaciones daban incluso un plazo de 120 días dentro del cual iba a producirse algún tipo de desastre provocado por el Sol
"Ni Obama ni nadie en este planeta pueden predecir (al menos con la tecnología actual) si un evento de este tipo va a tener lugar".
El físico solar del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), Héctor Socas, explica que a lo más que se puede aspirar hoy en día es a observar la estrella mediante telescopios y, si se produce una tormenta que despida plasma en dirección a la Tierra, calcular cuánto tardará en llegar hasta el planeta, cosa que llevaría entre uno y dos días.
¿A qué se han debido entonces esas informaciones?
Como astrofísico especialista en el Sol, ve estas noticias en la prensa y ¿qué piensa?
Bueno, lo que pasa es que ha habido mucha confusión. Hay dos cosas, una
parte es cierta y la otra es confusión mediática. La parte cierta es
que efectivamente el Sol es una estrella activa y sufre una serie de
procesos, y eso da lugar a lo que llamamos tormentas solares. Han
ocurrido toda la vida, pero ahora afectan a nuestra tecnología.
Nosotros, como sociedad, cada vez dependemos más de las
telecomunicaciones: satélites, GPS, teléfonos móviles... Toda esta
tecnología es vulnerable a los efectos de una gran tormenta solar. Hasta
ahora hemos tenido consecuencias, sobre todo en países de latitudes
altas, pero nada demasiado catastrófico como lo que pensamos que podría
llegar a ocurrir. Se toma como referencia el evento Carrington, ocurrido
en 1859, el ejemplo de lo más extremo. Si una tormenta como esa tuviera
lugar hoy día, probablemente dañaría infraestructuras por valor de tres
billones de dólares, que es lo que se calcula que costaría arreglar
todo de nuevo. No sabemos exactamente cómo de catastróficas serían las
consecuencias porque es algo sobre lo que no tenemos experiencia. No ha
ocurrido algo tan grave desde entonces y los estudios que hay son pocos y
limitados. Pensamos que podría provocar una crisis financiera, pero no
estamos hablando de algo apocalíptico o de que vayamos a morir todos,
pero sí de algo con lo que habría que tener cuidado.
Entonces ¿afectaría solo a la red eléctrica, a los aparatos eléctricos?
Exacto. No habría que encerrarse en casa, aunque aumentaría un poco la
radiación, pero no sería algo que afectase a la salud de las personas.
Sería más bien un efecto en la tecnología y, como cada vez dependemos
más de ella, se valoran mucho los daños económicos que esto podría
tener.
¿Cómo de probable es que ocurra algo así, como el evento Carrington, de nuevo?
Se calcula que hay una probabilidad del 10% cada diez años. El último
fue en el siglo XIX. Es algo que va a pasar en algún momento, pero
tampoco hay que estar alarmados. En los próximos 50 o 100 años es casi
seguro que ocurrirá, y tenemos que estar preparados como sociedad. Esto
no quiere decir que la gente tenga que, como se ha dicho en algunas
noticias, hacer acopio de alimentos y agua. Simplemente lo que hace
falta es que las autoridades inviertan en que las infraestructuras
tecnológicas se construyan con la suficiente robustez para soportar
estos procesos, que pueden ocurrir. Esta es la parte de realidad. Aquí
en Canarias convivimos con el riesgo de que ocurra una erupción
volcánica y no pasa nada. No nos asustamos, aunque sabemos que eso está
ahí. Con esto es lo mismo: hay un riesgo pero no hay que asustarse.
¿Y en cuanto a la parte de confusión mediática?
Estados Unidos lleva aproximadamente dos años tomándose esto muy en
serio. La Administración Obama ha trabajado en un plan, que es sobre
todo de coordinación de las diferentes agencias que abordan estos
asuntos. Es como si aquí el Gobierno canario y los cabildos prepararan
un plan de emergencias para casos de erupciones volcánicas. Es algo que
hay que hacer para tener cierta preparación, por si ocurre, pero no hay
que entender eso como que ellos saben que va a ocurrir algo mañana.
¿Y por qué se ha interpretado así?
Lo que ha pasado es que ha habido elecciones, y lo que suele ocurrir
cuando un presidente llega al final de su mandato es que todas esas
iniciativas en las que ha estado trabajando las plasma en leyes. Lo que
ha dictado Obama es un decreto para plasmar en una ley esa hoja de ruta
en la que llevan dos años trabajando. En inglés, lo que ha dictado es
una executive order, que se ha traducido como una
orden ejecutiva, pero en realidad habría que traducirlo como decreto. Es
decir, han aprobado una ley para organizar esa coordinación entre
agencias. Al traducirlo, en muchos medios se ha interpretado como que
Obama ha dado la orden de prepararse. Suena como que va a pasar algo
inminente, y eso no es así. Sí, se trabaja en un plan de preparación,
pero es un plan a largo plazo.
Incluso se daba un plazo de 120 días. ¿Puede predecirse una tormenta solar?
No sabemos cuándo va a producirse. No sé de dónde ha salido ese plazo, pero seguro que ni de la Casa Blanca ni de la NASA.
En Alemania también ha habido noticias sobre que la población debía
prepararse. Algunos medios lo vinculaban al decreto de Obama.
Fue una información del ministro del Interior que tenía que ver más con
una alerta terrorista que con catástrofes por actividad solar. De
hecho, generó mucha polémica porque no había una amenaza específica.
Lo que se preguntaba mucha gente al leer esas noticias es qué sabe
Obama que el resto no conoce. Se ha llegado a decir que quería dejar
avisados a los ciudadanos antes de irse.
Obama no sabe nada porque no podemos saber nada. Científicamente no
conocemos lo suficiente del Sol como para predecir que vaya a haber una
tormenta. Desde que observamos con los telescopios que ocurre una
explosión en el Sol y que viene hacia la Tierra tenemos aproximadamente
un día o dos hasta que nos llega. Más allá de eso no tenemos
absolutamente ninguna capacidad de predicción.
En agosto de 2015, hubo una explosión en el Sol con la potencia del evento Carrington, pero no vino en dirección a la Tierra.
Sí, y esa es una de las cosas que ha precipitado todo esto. Hay unas sondas de la NASA que se llaman Stereo A y Stereo B
y que están en la misma órbita de la Tierra, pero en dos posiciones
complementarias, para estar viendo el Sol desde varios puntos
diferentes. Stereo A fue impactada por una
tormenta solar que, al analizar los datos, se comprobó que era similar
en potencia al evento Carrington. No nos llegó aquí, sino a Stereo
y por eso pudimos medirla. El que pase algo así, tan cerca, ha hecho
que haya una motivación para prepararnos más ante algo similar. Por eso
ahora los estadounidenses se están tomando más en serio estas cosas. Eso
en cuanto a la sociedad civil, pero los militares de EE UU ya hace
tiempo que lo hacen. Han identificado una red de satélites que
consideran estratégica para la seguridad nacional y todos ellos tienen
una réplica idéntica en tierra, en un almacén, lista para ser lanzada en
cualquier momento. Es un plan de emergencia que cuesta muchísimo
dinero, para, en caso de un ataque enemigo o un evento solar
catastrófico, poder reponer toda la red en un plazo de una semana.
¿Y qué es exactamente una tormenta solar y por qué ocurre?
Son fenómenos electromagnéticos. El Sol es una enorme bola de plasma
(como el de los televisores, solo que más denso y más caliente), tan
grande que la Tierra cabría dentro de ella un millón de veces. Ese
plasma está sujeto a movimientos muy vigorosos, porque tiene actividad
(como aquí hay terremotos). Son procesos muy potentes que generan campos
magnéticos. La interacción de esos campos con el plasma cargado
eléctricamente da lugar, con relativa frecuencia, a inestabilidades y
explosiones que todavía no entendemos muy bien. En eso trabajamos aquí,
en intentar comprender por qué ocurre, cómo ocurre. Las explosiones
lanzan al espacio material solar, son proyectiles de plasma magnetizado.
Si eso llega a la Tierra, interactúa con el campo magnético terrestre y
pueden pasar varias cosas, entre ellas las tormentas geomagnéticas, que
son perturbaciones del campo magnético de la Tierra. Por eso es
vulnerable la tecnología.
Y es imposible prever que haya una explosión. Simplemente se observa y se calcula cuándo llegará a la Tierra.
El Sol tiene un ciclo de 11 años en el que tiene un máximo de actividad
y un mínimo. El máximo más reciente fue en 2013, y ahora estamos
bajando. Durante la parte de mayor actividad, estas explosiones pasan
varias veces al día, y durante el mínimo, cada dos semanas más o menos.
Las hay más potentes, menos, y salen en cualquier dirección. Que salga
una justo hacia la Tierra es poco probable, pero puede pasar.
Tal vez deberíamos preocuparnos más por el campo magnético de la
Tierra, que se está desplazando unos 50 kilómetros al año y está
perdiendo potencia.
Sí, ese escudo magnético
nos protege, hasta cierto punto. Amortigua el impacto de las tormentas
solares y de los rayos cósmicos. Este campo también es variable y
tampoco lo acabamos de entender del todo. Sabemos que cada cierto
tiempo, cada 100.000 años más o menos, el campo cambia su polaridad, es
decir, el polo norte se convierte en el sur y viceversa. Eso ocurre, en
escala geológica, muy rápidamente, en unas pocas décadas. Estamos ahora
en un periodo en el que sabemos que el campo se está debilitando y
desplazando. Hay quien cree que estamos en un periodo en el que se va a
invertir y eso no es bueno porque durante la inversión hay un periodo de
tiempo en el que estamos desprotegidos, sin escudo. En ese momento, una
tormenta solar sí sería más peligrosa.
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